LT22 Radio La Colifata
Estamos en el aire, salud
mental y comunicación.
La Colifata es para mi ser la
voz de muchos que no fueron escuchados, abrir esa voz, dar valor, brindar
oportunidad e fomentar la integración. Al ver este video es cuando me cuestiono
la posibilidad de aportación de los medios comunicativos de los que disponemos.
Que estos recursos estén a nuestro servicio, no al contrario. Utilizarlos en
nuestro favor, para estar en contacto, dar importancia a nuestra palabra,
nuestro pensar, tener la oportunidad de ser escuchado y poder llegar a ser
comprendido. Y digo, que el arte y los fortunas de los que dispone nuestro
sistema sirvan para eso, para mantenernos unidos y para dar importancia a lo
que realmente la tiene, la las personas y su bienestar, no a los materiales.
En nuestro día a día es muy
fácil omitir esta realidad. Se que la sociedad es más compleja de lo que la
describo en este párrafo, pero de alguna manera la tenemos organizada y
separada en secciones: los enfermos mentales en nuestros centros especializados,
los minusválidos en talleres de día, los infractores en nuestras prisiones, los
convalecientes en nuestros hospitales, a los mayores en nuestras residencias… y
no muchos son los que tienen las suerte de ser atendidos o comprendidos por los
integrantes de otros sectores.
Es por esto que me gratifica
ver casos como el de los colifatos, personas que han conseguido salir del aíslo
que infundía su centro para mostrarse al mundo, agradeciendo ser respetado. Las
separaciones son las que nos desconectan, nos alejan de la realidad del otro y
nos hacen sentir más o menos valorados. Una mujer en el vídeo lo expresa
perfectamente, “al entrevistar a la gente que va a la radio, me empecé a sentir
cada sábado mejor”.
Algunos han llamado La
Colifata como el camino de su esperanza y no es de extrañar. Con el colifatismo no sólo han conseguido
mantenerse unidos y comprendidos entre sus semejantes. Este complemento, para
muchos a pasado a ser lo que ha dado importancia y sentido a su vida, su
aportación al mundo. Locos o cuerdos, te das cuenta de que el objetivo de unos
u otros nos resulta extrañamente familiar. ¿Podría ser esa felicidad?